La discusión sobre el menoscabo de una cultura civilizada, afincada en valores humanos más que en la codicia y la violencia, tiene innumerables referentes en el debate público. Incluso en Puerto Rico es un tema frecuente. Pero lo cierto es que pocas veces el debate produce resultados.
Me apena decirlo: el asesinato de un joven homosexual en Cayey hace unos pocos días se olvidará pronto. La prensa en general es muy buena en el relato inmediato de los sucesos. A la hora de profundizar, de exigir cambios en la política pública y exigirse cambios ella misma, para el bien del ambiente cultural y político, en realidad es poco, extremadamente poco lo que hace el periodismo puertorriqueño de grandes audiencias.
Es una industria dulce para el autobombo. Quizá por eso desapareció del mapa cultural, tanto de las izquierdas como de las derechas, cualquier asomo de autocrítica.
La preocupación por el presente y el futuro se trata con una distancia que parece que allí no se sabe lo que es el desempleo ni las presiones económicas. En medio de las crisis actuales algunos lucen más preocupados por el destino amoroso de Luis Fonsi que de las miles de familias afectadas por el desabarajuste económico.
Convendría detenerse un poco en esta columna cuya lectura propongo a continuación, del escritor colombiano Daniel Samper Pizano:
"Uno de los finales más famosos de la reciente literatura castellana, el de El coronel no tiene quien le escriba, transcribe la respuesta de Aureliano Buendía a su mujer cuando ella, agobiada por la pobreza, le pregunta qué comerán: “Mierda”.
"Como siempre, García Márquez atina con la palabra perfecta. Cualquiera otra habría sido soez, cursi o superflua: excrementos, heces, deposición, deyección, popó, fimo, hienda, freza, boñiga, estiércol, caca, majada, zurullo, aguas mayores... "
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