martes, 6 de octubre de 2009

El retorno de Don Pepe

 

Cuando se está en apuros o feliz por algo o por alguien, a veces no hay otra forma de expresar nuestros sentimientos que mediante la ficción. Manolo hace aquí un ejercicio hermoso del oficio de escritor y periodista. 
 
Tío, escríbete algo de abuelo después de muerto. Si Don Pepe divagara por ahí, ¿qué haría?” –Gabriel Coss 
 
(San Juan, 5 de octubre de 2009)– Luego de 15 años de ausencia, anoche se presentó en el Café Teatro Río Piedras, don Pepe Coss en su recital titulado “Si se calla el cantor, homenaje a Mercedes Sosa”. Con su proverbial buen humor y su emblemático mameluco de pintor de brocha gorda, Don Pepe declamó poesías de Mario Benedetti, Llorens Torres y García Lorca, culminando la velada con su famoso cuento en prosa poética “Luisito, o perfil sicológico de un renegado”, que el público recitó letra por letra con el poeta. Entre poema y cuento, Don Pepe también entonó a capella canciones de Serrat, Alberto Cortés y Pete Seeger e incluso contó algunos de los chistes más recientes que circulan sobre el tristemente célebre Gobernador. 
 
Como de costumbre, finalizado el show Don Pepe invitó a sus amistades más cercanas –muchos de ellos medio de siglo menores que él— a continuar la bohemia en su mesa. Allí siguió hasta la madrugada haciendo cuentos, recitando poemas y contando historias divertidísimas, pero de dudosa credibilidad. En un breve comentario artístico sobre el regreso del patriarca de los Coss, debe apuntarse que la técnica de declamación de Don Pepe sigue anclada en los años 50, cuando se inició como locutor radial en el programa “Universidad del Aire” en la antigua WKAQ, junto a las futuras divas del teatro boricua, Madeline Williamsen, Lucy Boscana y su querido compadre, el pintor y locutor Antonio Torres Martino. Al recitar sigue empeñado en sustituir las eses por efes, truco de aquellos tiempos para evitar que el micrófono silbara, así como en engolar la voz para sacar registros graves, conmovedores. Como en sus mejores tiempos, aún no puede resistirse a torcer el cuello y piropear con la vista si una universitaria cruza frente a la tarima y aprovechar la oportunidad para comentar que su edad cronológica no está reñida con su patente juventud artística y espiritual. 
 
La vida de Don Pepe en los escenarios de Río Piedras y San Juan fue relativamente corta. Ocurrió justo después del cierre forzoso (por no pagar patente municipal ni Seguro Social) de su Taller Galería, El Cemí. El Taller, ubicado en la frontera este del casco de Río Piedras, era realmente su tarima principal, un centro de encuentro para jóvenes artistas plásticos, nuevos clientes convertidos de inmediato en amistades venerables, profesores, estudiantes, viejos declamadores y cuenteros que entre brandy y brandy, visitaban la tienda y salían siempre con un cuadrito como premio a la amistad. El retorno de Don Pepe a Río Piedras coincidió con la noticia de la muerte de “la Negra” Mercedes Sosa, a quien le dio la bienvenida con Horacio Guarany, entonando “una inmortal canción al infinito”. 
por Manolo Coss 5 de octubre de 2009

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